Las prohibiciones han estado en la cabeza del gobierno, fabricantes y consumidores de plástico.
Nos hemos dado a la tarea de hacer enemigo público número uno a los plásticos.
El problema de la contaminación por plásticos existe y en este caso fungiré como abogado del diablo.
Causante de enfermedades como el cáncer, incitadores de incendios y principales actores en el robo hormiga de las billeteras, aparecen los cigarros.
En 2014 se reportó que México tuvo un consumo anual de 2.6 mil millones de cajetilla de cigarros, ¿dónde quedaron todas las colillas?
Una colilla de cigarro puede contaminar 40L de agua, algo catastrófico para el medio ambiente.
¿El gobierno ha realizado alguna campaña de prohibición contra este producto? ¿o nos hacemos de la vista gorda por ser una industria muy poderosa?
En una reciente reunión con la industria del plástico, el gobierno mencionó que “por un bien mayor” (el medio ambiente) las bolsas de plástico deben prohibirse.
Ese “bien mayor” debería aplicar a los cigarros, pero ¿acaso tienen miedo? ¿o están buscando quién pague los platos rotos?
Otro caso muy interesante, pero con poco ruido es la ropa.
Al menos en el país hay 130 millones de habitantes, todos con una necesidad básica, vestir. En el país ya existen empresas que se dedican al reciclaje de ropa, pero no son suficientes para cubrir todo ese desecho.
Las condiciones del país propician que no se puedan adquirir productos de larga vida, ya que, por lo general, estos son costosos, invitando al consumidor a adquirir artículos de bajo costo y desechables.
Nos hemos visto en una política de consumir desechables, alabando su bajo costo, llegando al punto de tener ropa de un solo uso, eso ambientalmente es un crimen.
Cualquier acción que tengamos, sea comer, vestir, entretenerse, tiene un daño ambiental, es inevitable, la intención es reducir la huella ecológica que vamos dejando.