Remendar calcetines, reparar la vieja radio o arreglar el ruidoso refrigerador son frases que se van extinguiendo.
Precios accesibles y disponibilidad inmediata hacen que muchos artefactos, productos y utensilios sean desechados con facilidad.
Un aparato con el cual la vida no sería la misma, el celular, es muy sencillo de adquirir. En grandes cadenas de conveniencia se puede adquirir uno por un monto risible.
Si se descompone, extravía o roba aquel diminuto gadget, basta con dar una mirada a internet o ir a una de las miles de tiendas departamentales y preguntar por el modelo que más se adapte a las necesidades del usuario.
La parte romántica de abrir un electrónico o electrodoméstico para ver sus entrañas va desapareciendo. Miedo, desconocimiento, flojera y demás factores acaban por hacer muchos de estos artefactos desechables.
Parece que entre más moderno más difícil su reparación. Parece.
Locales de reparación de electrodomésticos van desapareciendo. Los motivos: varios, destaca la obsolescencia programada, dificultad para encontrar refacciones o piezas, tiempos de reparación o la simple razón de saber que si lo mandas a reparar será igual o más caro que un producto nuevo.
¿Zapatos y ropa desechables?
Como cualquier producto, hay mucha variedad en estilos, colores y precios. La regla por lo general se cumple, entre más caro el zapato, mayor su comodidad y tiempo de vida.
Para una familia de 4 integrantes cumplir esas condiciones en su calzado se vuelve complicado, pero no imposible. Zapatos con buenos materiales pueden ser enviados a un cambio de suela o repintado.
Una reciente publicidad menciona que puedes adquirir pantalones por 200 pesos mexicanos, un equivalente a más menos 10 dólares americanos, mientras marcas de renombre ofrecen pantalones de hasta 1,200 pesos mexicanos, aproximándose a los 60 dólares.
Con la inversión de un pantalón de buena marca puedes comprar seis de baja calidad ¿qué prefieres? ¿cuál va a durar más? ¿tu bolsillo te lo permite? ¿el mexicano promedio prefiere calidad o cantidad?
La vida útil de un pantalón “caro” puede ser de 3 años, siendo lo óptimo. Las prendas económicas en la quinta o sexta lavada se dañan.
Entramos a un contexto económico, dónde las condiciones actuales no permiten adquirir productos de larga vida y buena calidad por su elevado precio, optando por productos baratos, de baja calidad y en el peor de los casos, desechables.
Reparar un pantalón es raro de hacer. Para alargar su vida útil se pueden teñir, usar de ropa de trabajo o donar a quién podrá darle el envejecimiento que merece esa vestimenta, esperando dure más de 100 años cómo los pantalones que se muestran en la imagen.