El ritmo de vida tan acelerado que tenemos no nos permite detenernos un momento para reflexionar sobre los envases de los productos.
En esta época todos deberíamos ser conscientes de la importancia de los materiales utilizados y el diseño de los empaques para que se facilite su reciclaje.
Cátsup, mayonesa, embutidos, quesos, entre otros, requieren envases multicapa (de polietileno, poliamida, poliéster, aluminio) para mantenerlos frescos. El uso de estos materiales en estos casos, por ahora, está justificado, pero en otros casos no es así.
El problema de esas aplicaciones es su baja tasa de reciclaje. No hay aplicaciones en las que se pueda volver a utilizar, provocando que sean llamados “de un solo uso”.
En una visita a un supermercado o tienda local podemos encontrar varios de estos envases. Un ejemplo es el siguiente: un envase de refresco donde el cuerpo es de plástico PET y la tapa de aluminio.
Al analizar el envase resulta complicado separar el plástico del aluminio. Solo recurriendo a unas tijeras o navaja podemos separar el aluminio del PET. En el reciclaje a gran escala este envase es imposible de recuperar, ya que se necesita más maquinaria o mayor cantidad de personal, encareciendo el proceso.
Se entiende que la empresa de bebidas dé prioridad a la estética del envase sobre su facilidad para ser valorizado, pero ¿será necesario que ese envase de PET tenga en la parte superior una tapa de aluminio? ¿Qué ventajas o desventajas tiene para los consumidores? ¿Habrá más alternativas a estos envases?
Otro caso es el de las bolsas para reposición de productos (conocidas como stand pouch) que se presentan como una mejor alternativa ambiental a los envases rígidos. ¿Realmente esas bolsas son mejores?
En efecto, las bolsas para reposición ayudan a reducir el consumo de envases rígidos, pero a un alto costo, ya que las películas multicapa son de difícil reciclaje y, una vez recicladas, el material obtenido tiene pocos usos. El envase rígido, al ser solo de un material facilita la identificación y separación al momento de convertirse en un residuo teniendo consecuencias positivas en un proceso de reciclaje a futuro.
La reducción en el peso del envase es el argumento principal por el que se afirma que es un envase más amigable con el medio ambiente, pero si el residuo no es reciclable, no necesariamente eso significa algo positivo.
En estos tiempos, gobierno, empresas y sociedad debemos colaborar para facilitar la correcta valorización y disposición de residuos. Si una de las involucrados falla, el resultado tiene impactos negativos en el medio ambiente.
Como consumidores ¿seremos capaces de modificar nuestros hábitos para evitar adquirir esos productos?